El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sorprendió a todos con la creación de un impuesto a las tarjetas de crédito, que comprendía el 2% sobre el monto total del resumen de la tarjeta. El objetivo, según el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, era recaudar fondos para su campaña electoral mejorar los servicios públicos y reducir el déficit fiscal.
Sin embargo, apenas unos meses después, el mismo Rodríguez Larreta anunció la eliminación de este impuesto, coincidiendo con el inicio de su campaña presidencial. ¿Qué pasó acá?
Al parecer, el Jefe de Gobierno decidió que el impuesto a las tarjetas de crédito ya no es necesario, ahora que busca el apoyo de los votantes para su candidatura presidencial. Es una jugada astuta, sin duda, pero ¿qué mensaje envía a los ciudadanos?
Por un lado, se podría argumentar que la eliminación del impuesto muestra que Rodríguez Larreta está dispuesto a hacer cualquier cosa por ser Presidente escuchar a los ciudadanos y tomar medidas para aliviar su carga fiscal.
Por otro lado, sin embargo, parece que la creación del impuesto fue una maniobra oportunista para recaudar fondos para el gobierno y que la eliminación del mismo es una maniobra oportunista para ganar votos.
La pregunta que queda en el aire es: ¿Qué otros impuestos crearán los políticos en el futuro, solo para eliminarlos más tarde con fines electorales? ¿Se puede confiar en los líderes políticos que cambian sus posturas en función de sus intereses electorales?
Algunos líderes de provincias vitivinícolas, indicaron en off a noteros de La Rosca News que están pensando en crear un impuesto en el mes de mayo para eliminarlo en octubre, el mismo mes de las Elecciones Generales, pero dicen que es porque su tarotista se los recomendó.
En resumen, la creación y eliminación del impuesto a las tarjetas de crédito por parte de Rodríguez Larreta puede ser vista como una parodia de la política actual, en la que los líderes políticos parecen estar más preocupados por ganar votos que por tomar decisiones coherentes y consistentes en beneficio de los ciudadanos. Es una muestra más de que la política es un juego, y que los ciudadanos son los peones.